Liderar sin caer en el multitasking: cómo mejorar tu enfoque y el de tu equipo

Vivimos en una época en la que ser “multitasking” se considera casi una habilidad obligatoria para los líderes. La capacidad de responder mensajes, planificar proyectos, asistir a reuniones y pensar en la estrategia general de la empresa —todo al mismo tiempo— parece una medalla de honor en el mundo empresarial.

Pero, la realidad es otra. El multitasking, lejos de ser una ventaja, puede convertirse en una trampa. Cuando los líderes intentan hacer todo al mismo tiempo, su enfoque se dispersa, la calidad de sus decisiones disminuye y su equipo recibe señales confusas sobre cómo priorizar. Entonces, ¿cómo liderar de forma efectiva sin caer en esta dinámica tan agotadora?

A lo largo de este artículo vamos a explorar cómo cultivar el enfoque consciente, generar mayor claridad para el equipo y construir una cultura de trabajo más enfocada y sostenible.

¿Por qué el multitasking no funciona (ni para vos ni para tu equipo)?

La ciencia es clara: nuestro cerebro no está diseñado para hacer múltiples tareas complejas al mismo tiempo. Lo que realmente hacemos cuando “multitaskamos” es cambiar rápidamente de una tarea a otra, y cada cambio genera una pérdida de concentración y energía. Este fenómeno se llama switching cost y no solo afecta la productividad, sino que también agota.

Para un líder, esto puede resultar particularmente dañino: saltar de una reunión a revisar un presupuesto, después contestar un mensaje urgente mientras se escucha a medias a un colaborador… El resultado: un desgaste mental constante, decisiones tomadas en piloto automático y un equipo que empieza a imitar ese mismo modelo de trabajo, creyendo que así se debe rendir.

El liderazgo empieza por el ejemplo

Antes de querer cambiar la forma de trabajar de tu equipo, es importante mirar hacia adentro. ¿Qué hábitos podés ajustar para convertirte en un líder más presente y enfocado?

• Establecé bloques de tiempo sin interrupciones para tareas que requieren concentración.
• Apagá notificaciones innecesarias, especialmente durante reuniones o momentos clave del día.
• Dedicá tiempo a escuchar activamente, sin hacer otra cosa mientras tanto.
• Revisá tus prioridades cada mañana, y no dejes que lo urgente desplace lo importante.

Cuando el equipo ve que vos sos intencional con tu tiempo y priorizás la calidad por sobre la cantidad, empiezan a entender que enfocarse también es una forma de liderar.

Menos tareas, más claridad: el poder de las prioridades

Una de las causas más comunes del multitasking es la falta de prioridades claras. Si todo es urgente y todo es importante, entonces todos hacen todo… y nada se hace bien.

Como líder, una de tus funciones más importantes es generar claridad: ¿cuáles son los objetivos centrales del equipo? ¿Qué tareas pueden esperar? ¿Qué necesita ser resuelto hoy, y qué puede delegarse?

Una herramienta útil para esto es la matriz de Eisenhower, que permite clasificar tareas según su urgencia e importancia. También puede servir establecer una rutina semanal de revisión y planificación con tu equipo, donde juntos definan los principales focos y posibles obstáculos.

Creá una cultura de trabajo enfocado

El multitasking muchas veces no es una elección individual, sino una cultura que se arrastra: reuniones eternas sin propósito claro, correos urgentes a última hora, interrupciones constantes, expectativas poco realistas sobre la velocidad de respuesta.

Si querés liderar de forma más enfocada, necesitás construir un entorno que lo facilite:

• Promové reuniones breves, con una agenda definida y un horario respetado.
• Fomentá espacios de trabajo sin interrupciones, como horas de concentración o días sin reuniones.
• Animá a tu equipo a desconectarse fuera del horario laboral. El descanso es clave para el enfoque.
• Recompensá la calidad y los avances reales, no solo la rapidez o la disponibilidad constante.

Este cambio cultural lleva tiempo, pero es posible. Y cuando se logra, el impacto en la productividad, el bienestar y la satisfacción laboral es enorme.

Delegar para liberar enfoque

Un error común en líderes multitasking es querer estar en todo. Revisar cada detalle, aprobar cada paso, estar presente en cada reunión. Aunque parezca una forma de control o compromiso, en realidad es una fuente de sobrecarga y desconfianza.

Delegar no es desentenderse, es confiar. Es empoderar a otros para que puedan tomar decisiones, asumir responsabilidades y crecer. Cuando delegás con claridad y acompañamiento, no solo liberás tiempo mental, sino que también hacés que tu equipo se sienta más valioso y autónomo.

Preguntate: ¿qué tareas estoy haciendo hoy que podría delegar? ¿Qué procesos podría sistematizar para no tener que intervenir en cada paso?

Enfoque colectivo: cuando el equipo trabaja con intención

Uno de los beneficios más grandes de liderar con enfoque es que el equipo también empieza a alinearse con ese ritmo más claro y consciente. Se genera una especie de “inteligencia colectiva” donde cada persona sabe qué rol cumple, cómo impacta en los demás, y hacia dónde va todo el grupo.

Un equipo enfocado:

• Tiene objetivos claros y compartidos.
• Sabe priorizar y decir que no cuando es necesario.
• Gestiona mejor el tiempo y los recursos.
• Tiene menos errores, menos estrés y más satisfacción.

Liderar sin caer en el multitasking no significa hacer menos cosas, sino hacerlas con más intención. Significa elegir con cuidado en qué ponés tu energía, cómo la distribuís en el equipo, y qué cultura de trabajo promovés desde tu propio ejemplo.

En un mundo acelerado y saturado de estímulos, enfocarse es un acto de liderazgo. Y no solo mejora los resultados, sino que también protege lo más valioso: el bienestar y el crecimiento de las personas que te rodean.

Así que la próxima vez que sientas que tenés que hacer “todo al mismo tiempo”, hacé una pausa. Preguntate qué necesita realmente tu atención, qué podés delegar, y cómo podés liderar desde la claridad.

Porque en el enfoque está el poder. Y en el enfoque, también está el futuro del liderazgo.